martes, 24 de febrero de 2015

Histografía: Henry Cartier-Bresson. Después de la fotografía.

El ultimo gran proyecto de Cartier-Bresson fue en la primavera de 1968, donde recorre toda Francia para realizar un gran retrato del país. Con un vehículo prestado por su editor y con el escritor François Nourissier, como único acompañante, recorre el país en 20 meses, entreteniéndose en cualquier detalle que se pueda incluir en el retrato fotográfico de la vida francesa. A pesar de la calidad de las fotografías y textos, el libro “Vive la France” no fue un éxito porque la maquinación era vulgar, estaba mal secuenciado y para colmo de Cartier-Bresson, el encuadre de sus imágenes no era el correcto, hecho que le molestaba mucho al fotógrafo, no dejaba reencuadrar una toma, lo que había en el negativo era lo que tenia que salir.

Durante esta época, se asocia con otros grandes de la fotografía: Doisneau, Ronis o Izis, y se autodenominan fotógrafos humanistas, hecho que los aleja de los jóvenes que se oponen precisamente a esa tradición francesa. Empieza a manifestar su desacuerdo con la agencia Magnum considerando que se esta alejando de los ideales con los que fue creada. Según Cartier-Bresson los trabajos se realizan desde un punto de vista comercial y publicitario, y es en este momento donde renuncia a sus derechos de socio, aunque deja sus archivos al cuidado de la agencia.

Poco después abandona el reportaje fotográfico, aunque con alguna que otra excepción, un ejemplo fue la investidura de François Mitterrand, donde imita la postura provocadora de la coronación de Jorge VI, toma fotografías de los cocineros que observan la llegada del nuevo inquilino del Elíseo.

Aunque haya dejado de trabajar como reportero, no abandona su Leica, sigue fotografiando a escondidas, toma fotos de su mujer Martine Franck, de su hija Mélanie, de sus amigos, de paisajes o de las vista que hay desde su ventana. Cartier-Bresson llega a escribir a su amigo Sam Szafran “mi Leica duerme casi todo el tiempo”.

Desde que deja la fotografía publica más libros que nunca y se ocupa de vender copias en papel de sus fotografías. Animado por sus amigos retoma su pasión, la pintura. Durante las tres ultimas décadas de su vida expondrá regularmente sus dibujos, y en ocasiones junto con sus fotografías. En su fuero interno, ambos medios son distintos:
“ Para mí la fotografía es el impulso momentáneo de una atención visual perpetua que capta e instante y su eternidad. El dibujo, elabora lo que nuestra consciencia ha captado en ese instante. La foto es una acción inmediata; el dibujo, una meditación.Ahora que me he puesto a dibujar, sólo he cambiado de herramienta, pero lo importante sigue siendo la observación.”

El 3 de agosto de 2004, Henri Cartier-Bresson fallece en su casa de la Provenza a los 95 años. Es enterrado en la más estricta intimidad. En las semanas siguientes, la prensa internacional le rinde un homenaje unánime. El periódico francés Le Parisien aparece con el titular: “muere un gigante de la fotografía”, Le Soir de Bruselas: “Cartier-Bresson apaga su Leica” y el Frankfurter Rundschau, periódico alemán, dice: “el ojo del siglo se ha cerrado”.

La repercusión de su fallecimiento da una idea del lugar que ocupaba en los medios de comunicación y el arte. Se ha convertido en una de las grandes figuras del siglo XX, un hecho sin precedentes para un fotógrafo.

En 1992, Martine Franck, fotografa y esposa, toma este bello retrato de Henri Cartier-Bresson. Esta dibujando su propio rostro con la ayuda de un espejo colgado en la ventana de su piso de la calle Rivoli, desde la que se puede ver el jardín de las Tullerias que tanto le gustaba pintar.

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